lunes, 30 de mayo de 2011

Tambien el fútbol es inseguro

         En este video hallamos la inseguridad entre dos hinchadas del fútbol argentino.

Inseguridad en los colegios.

Los estudiantes de los colegios distritales son víctimas de las pandillas que merodean por los planteles y los esperan a la salida para robarles maletines, dinero y zapatos. También hay venta de alucinógenos.
La cifra le fue entregada por la Secretaría de Educación a la concejal Martha Ordóñez. El problema fue debatido en el Concejo de Bogotá la semana anterior.
La discusión contó con la presencia del secretario de Educación, Abel Rodríguez, entre otros funcionarios del Distrito.
Un caso representativo de la delicada situación es el de Rosalba Velásquez, mamá de un estudiante del colegio Luis López de Mesa, de la localidad de Bosa, quien irá hoy a exigir un cambio de plantel para su hijo.
Dice que es imposible dejarlo allí, en peligro. El jueves pasado un estudiante de 10o. grado apuñaló a su hijo frente al plantel, a la vista de todos, porque defendió a un compañero.
“Allí no se queda. Alguien tiene que atender mi solicitud”, dice Rosalba y agrega que desde el mismo jueves, el agresor no aparece ni en el colegio ni en su casa. “Pero que esa no es ninguna garantía”.
Su caso no es el único. Sucede a diario a la salida de los colegios distritales, donde no sólo los estudiantes son vícitmas de agresiones, también los matan.
Eso sin contar que, según informes entregados a la concejal Martha Ordóñez por la Secretaría de Educación, hay 98 colegios distritales con problemas críticos de violencia dentro o en su entorno, 40 más que el año pasado.
Para Ordóñez, lo más importante en este momento es que la Secretaría de Gobierno “garantice la seguridad, salud y vida de los niños. Lo ideal es hacer un estudio para determinar a qué colegios de los 98 en riesgo se debe mandar Policía con todas las facultades y no auxiliares bachilleres, y que esta seguridad se conserve en el tiempo, no por unos días mientras van los medios”.
Porque la situación fuera de los colegios es preocupante. Según un estudio de la Universidad de los Andes del 2005, uno de cada dos estudiantes ha sido víctima de un robo o un atraco al ir a sus colegios o regresar a sus casas.
Pero las denuncias presentadas en el Concejo mostraron que hay amenazas en el interior de los planteles. “Los integrantes de las pandillas que esperan a los niños a la salida de los colegios tienen a menores estudiantes como emisarios, haciéndoles la ‘vuelta’ de intimidar a sus víctimas para que les entreguen algo de valor de sus casas cuando ya no tienen nada que robarles”, dice Ordóñez.
La concejal dice que se necesitan acciones ya. “Durante un tiempo funcionó muy bien el programa ‘Caminos seguros para los niños’, que debe recuperarse con el compromiso de las entidades distritales, los padres y la comunidad”.
Hoy, ese programa sólo se lleva a cabalidad en cinco de los 700 colegios de Bogotá, según Ordóñez, quien, además, pidió acciones para las vías seguras, como buena señalización (reductores de velocidad, pares, cebras…), limpieza de escombros de las calles y andenes amplios, para que los niños puedan caminar seguros.
Según datos de Ordóñez, del 1’040.000 estudiantes distritales, el 80 por ciento llega a sus planteles a pie o en bus.
Por su parte, el secretario de Educación, Abel Rodríguez, dijo que la entidad pondrá 180 cámaras de vigilancia en los colegios con mayor riesgo, que serán monitoreadas desde la misma Secretaría, con el fin de minimizar la problemática de violencia.
“Nuestros niños no solo deben disfrutar de colegios bonitos y bien dotados, y de subsidios de alimentación, permanencia y transporte, sino también de seguridad”, dijo el funcionario.
Dos estudiantes muertas
Mayra Segura, alumna del Colegio Los Alpes, murió víctima de una bala perdida a menos de un metro de la puerta de su colegio, el 2 de junio. Un vecino que quería vengar el ataque de una pandilla a su hijo disparó sin medir las consecuencias.
El jueves pasado, una estudiante que iba para su colegio murió víctima de un cruce de disparos entre ladrones y la Policía.
En marzo pasado, un joven murió apuñalado al salir del Colegio Laureano Gómez.
Una profesora del Colegio Gustavo Restrepo denuncia a un ex alumno que se la pasa fuera del colegio robando a los niños.
A un estudiante de un plantel de Fontibón las amenazas le llegan por Facebook. Un profesor de un colegio distrital tiene a su nieto amenazado porque denunció a quien lo robó.

lunes, 23 de mayo de 2011

Inseguridad, de todo un poco...!!!

Específicamente, focaliza la tarea en jóvenes entre 16 y 30 años que estén actualmente, hayan estado o puedan estar en conflicto con la Ley Penal.
Las actividades se desarrollan en Barrios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que se ven atravesados por múltiples situaciones de extrema vulnerabilidad.
Se realiza un abordaje tanto grupal como individual de la población destinataria. En el transcurso del proceso de trabajo con los jóvenes, se profundiza en distintos emergentes, tales como tolerancia a la frustración, las dificultades para resolver conflictos en forma pacífica, el sostenimiento de las distintas tareas y proyectos y la reformulación de las modalidades de interacción social.
Asimismo, se presta especial atención al reforzamiento de los vínculos de confianza.
Se espera que el destinatario pueda contar con herramientas para su desarrollo individual y social, diseñe y sustente su proyecto vital y pueda insertarse al mercado laboral volviendo a revalorizar la cultura del trabajo, intentando así reducir las conductas violentas y/o delictivas.
El trabajo con los jóvenes con lleva también el intento de modificación de la percepción del grupo por parte de la población que reside en la zona a los efectos de modificar aspectos vinculados a su estigmatización.
Cada intervención en la comunidad constituye una acción que conlleva un determinado impacto. El compromiso de los operadores con la población es uno de los pilares de las intervenciones de este Programa.
El objetivo de esta Política Pública es promover la subjetividad de cada joven a travás de la tarea elegida de manera grupal y, mediante ello, reducir las posibilidades de comisión de un delito.
Con esta finalidad, los operadores hacen uso de diferentes recursos para lograr esto. Estos recursos son verbales o a veces constituyen actos donde la palabra no es registrada, de conjunto, visuales, etc.
El delito es entendido por esta Estrategia como una acción que conlleva un altísimo nivel de exposición, esto es, no desde un punto de vista moral sino como una acción que lleva como resultado que el joven quede expuesto al encierro, y en los peores casos a la muerte propia o de terceros.
El interés del Programa es que el joven reduzca la posibilidad de cometer delitos, al tiempo que reconoce que el delito es un elemento más de la vida de esa persona y constituye uno de los elementos de riesgo al cual está expuesto.
En otras palabras, se trabaja más bien en la protección y cuidado de los beneficiarios y lo que ellos tienen sobre su entorno más directo en el lugar en que residen.